Descripción |
Hablar con Amelia Valcárcel (Madrid, 1950) impresiona. Parece armada de un bisturí verbal que disecciona la realidad de forma precisa. (Aunque se discrepe). La filósofa contempla la vida con ese rictus eginético, el esbozo de la sonrisa, que salvaguarda por igual a cínicos e idealistas. En su caso, también se trata de sentido del humor y perplejidad ante un mundo incierto y un país, España, empeñado en convertir su ser en motivo de continua reflexión. |